Todo comienza con la conexión que desarrollas con tus hijos.
No hay redirección efectiva del comportamiento, sin una conexión genuina con tui hijo o hija. Toma más que amenazas para que tu hijo o hija quiera comportarse de la manera esperada, por las razones correctas. En el libro, Disciplina Sin Lágrimas: Una guía imprescindible para orientar y alimentar el desarrollo mental de tu hijo, Daniel J. Siegel y Tina Payne Bryson explican que "los castigos y las reacciones punitivas suelen ser realmente contraproducentes, no solo en lo referente a la construcción de cerebro, sino también cuando se trata de conseguir que los niños cooperen".
Todos en algún momento nos hemos equivocado a la hora de disciplinar. Hemos sido muy severos y luego nos sentimos mal con nosotros mismos por esa postura tan rígida. si te has sentido así, quiere decir que sabes que hay otra forma de disciplinar, que no envuelve castigar. Es a través de una conexión segura, de una relación de confianza, de muestras de afecto, que el cerebro de tu hijo de desarrolla. En términos simples, entre más amor, más posibilidades que tu hijo desarrolle una autoestima saludable, un cerebro saludable capaz de tomar decisiones saludables, y crear relaciones saludables. El amor nunca está demás. Quisiera abundar más en el desarrollo del cerebro, pero quiero compartir contigo otros aspectos importantes: cómo conectar con tu hijo o hija, y cómo redirigir su comportamiento.
Cómo conectar con tu hijo y redirigir
Conectar con tu hijo o hija es esencial para su desarrollo. Desde el nacimiento de tu hijo o hija, su cerebro va creando conexiones neuronales a partir de su interacción contigo, otras personas y el mundo que le rodea. Al ser tu su primer cuidador y suplidor de alimento, comienzas a crear ese vínculo especial, el apego. Tu hijo rápido comienza a identificarte como ese lugar seguro dónde sus necesidades son satisfechas. Durante los primeros doces meses, es bastante fácil crear la conexión. Es a partir de los quince meses, tu hijo o hija comienza, a desarrollar cierta curiosidad y autonomía que reta tu paciencia, porque ya es mucho más movible y veloz. Cuando tu hijo o hija llega a la edad prescolar sientes que tienes un adolescente en tu casa, queriendo ejercer su voluntad. Después de los siete años, tu hija comienza a rise molesta a su habitación y tira la puerta. Y ni hablar de la adolescencia, tu hijo quiere jugar video juegos todo el día y pasan los días y no se baña. Tu adulto joven, quizás aún no se decide que carrera profesional quiere tomar. La conexión con tu hijo o hija, puede variar en cada etapa de du desarrollo, al igual que los métodos que utilices.
Hay ciertas estrategias generales que puedes utilizar en cada etapa.
Muestra afecto. El afecto no solo se dice, sino que se muestra. Puedes decirle a tu hija que la amas tal y como es, pero luego le dices que su pelo es una tela de arañas porque no se peinó el pelo antes de salir para la escuela.
Pregunta "Qué o Porqué". A través de los años he escuchado una y otra vez la pregunta "¿Qué rayos pasa contigo?"Y es una pregunta que le da a entender a las personas que hay algo mal en ellos. Que son un problema. Te invito a que cuando tu hijo tenga un comportamiento inadecuado, que le preguntes, ¿qué sucede? o ¿qué sucedió? Por ejemplo, si tu hijo golpeó a su hermana, pregúntale: Me parece que estás molesto, ¿que sucedió? ¿porqué estás molesto? Entender a tu hijo o hija es el comienzo de la conexión para luego corregirle, no castigar. Siegel y Bryson (2018), sugieren también hacerte la pregunta de ¿cómo/cuál?, ¿cómo puedo enseñar o cuál es el mejor modo de enseñar?
Postura de Coach. No le digas que deber hacer ante el problema o la situación. Una vez ya entiendas el "porqué" del comportamiento, redirige el comportamiento explorando sus opciones. Permite que piense en más de una alternativa y que decida por ella misma. Permite que fracase y muestra disposición de ayudar cuando tu quiera tu apoyo.
Cómo conectar con tu hijo y redirigir su comportamiento de manera positiva, no debe ser extremamente difícil. Por eso quiero que rompas con todos los esquemas de pensamiento previos de que el castigo es igual a disciplina. El fin de éstas estrategias es ayudar a tu hijo o hija ser felices y autosuficientes. Que aprendan a crear y establecer relaciones saludables y no a través de la amenaza y el miedo. Queremos que aprendan a resolver conflictos y problemas.
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Referencia: Siegel, D. J., & Bryson, T. P. (2018). Disciplina Sin Lágrimas: Una guía imprescindible para orientar y alimentar el desarrollo mental de tu hijo.
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